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lunes, 4 de diciembre de 2017

Vértigos naturales


El ave sobrevuela las escarpadas montañas del Macizo de Anaga en Tenerife, mientras la bruma inquieta intenta borrar el contorno de su silueta. Entre laursilvas  y retamas el aire se percibe con cierto frescor.


La carretera serpentea hasta llegar a Igueste de San Andrés. Desde lo alto vemos la Playa de la Teresitas con su luz y su azul mar. Santa Cruz se extiende en un abrazo para atrapar la belleza de todo su encanto.


Playa de los Roques, junto al Puerto de la Cruz. Desafiante al océano que besa sus pies y que enciende entusiasmo en sus senderos.

Son muchos los tesoros que guarda la isla para perderse en ellos. La vertiginosa mirada de sus acantilados y el susurro del viento entre sus plataneras hace de estos lugares encuadres únicos a la vez que casi perfectos para encontrarse con el propio sentido de la vida. Cuidarlos es la tarea más apremiante que tenemos todos.

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