Cogerte de la mano de tu abuela era como saltar dentro de un mundo de magia e ilusión. De ella aprendemos tantas cosas que desde que nacemos se van fraguando un encaje de experiencias y de momentos inolvidables. Esas hilanderas de sueños que no consuelan y nos acompañan en los momentos de miedo o de alegría.
DESPERTAR
Dormimos soñé la tierra
del Sur, soñé el valle entero,
el pastal, la viña crespa
y la gloria de los huertos.
¿Qué soñaste tú mi niño
con cara tan placentera?
Vamos a buscar chañares
hasta que los encontremos,
y los guillares prendidos
a unos quioscos del infierno.
El que más coja convida
a otros dos que no cogieron.
Yo no me espino las manos
de niebla que me nacieron.
Hambre no tengo, ni sed y
sin virtud doy y cedo.
¿A qué agradecerme así
fruto que tomo y entrego?
(Gabriela Mistral)
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