Hace muchos años el barrio de San Andrés en la capital tinerfeña tenía una playa de arena negra y callados. A ella iban muchas personas a pasar el día y algunos hasta tenían una pequeña chabola de madera que se convertía en el lugar de encuentro de la familia. Muchos bocadillos de tortilla y papas arrugadas con el agua salada del mar hacía un festejo que hoy todavía sentimos en nuestros recuerdos. Pero el tiempo pasó y aquellos que gobiernan decidieron reformar aquel reducto de aislamiento y paz en algo más popular. La arena negra se sustituyó por polvo del Sáhara y se creó un dique para preservar el entorno de corrientes y mareas. El barrio de San Andrés ganó en visitantes pero no en idiosincrasia de un lugar de pescadores, de tardes de sol, arena y familia. Todo quedó atrás y como muchas cosas y momentos felices sucumben a la nostalgia. Hoy la Playa de las Teresitas es la única playa de Santa Cruz, y eso que vivimos en una isla. Sin explicación lógica.
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