Estos días se celebran en numerosos lugares del mundo la fiesta de las cosechas. Toda una tradición que pasa de padres a hijos y que conforman todo un abanico de color, alegría, fecundidad y prosperidad para los pueblos. Bielorrusia es una de ellas. Antes de que el frío invierno cubra con su helado manto calles, montes y paseos, sus habitantes celebran la recogida de los frutos que ellos mismos han sembrado. Pineladas de color que hacen que la vida sea más bonita. Ana Valentín.
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