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domingo, 15 de febrero de 2009

Zapaterías con glamour de museo


Rafael Ben-Abraham Barreto

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Cada zapato, sandalia, zapatilla, bota o botín atesora todo un cúmulo de vivencias y secretos de sus dueños. Zapatos apilados en las estanterías, parecen aguardar la hora de calzar aquellos pies de quienes han sucumbido al olvido en los talleres que aún perviven en La Orotava. Cientos de historias individuales y colectivas apiñadas en medio de herramientas, antiguas máquinas Sínger de coser, al abrigo de lo que constituye todo un museo vivo del oficio de la zapatería en el casco histórico de la Villa de La Orotava.
La zapatería Chávez, situada en el número 15 de la recoleta plaza de San Francisco, mantiene todavía viva la impronta de su fundador, don Pedro Chávez, en el quehacer transmitido a sus hijos Juan Pedro y Tomás, que llevan consigo la esencia de un oficio que se resiste a desaparecer, pero, su futuro está abocado a la extinción porque nadie desea tomar el relevo en una profesión sacrificada y que exige mucha dedicación, hasta doce horas diarias. "Mi recordado padre inició abrió este taller-señala-en 1951, era un apasionado del oficio al que dedicó toda su vida y supo transmitirnos su cariño por el mismo a nosotros. El me contaba que frente de su casa había un zapatero con el que aprendió el oficio".
Asegura que esta profesión requiere un aprendizaje basado en la práctica constante, no se adquiere su dominio con un curso, sino con mucha dedicación y entrega".
La zapatería Chávez se ha ganado el reconocimiento de una clientela fiel desde hace años y que trasciende el ámbito insular. No hay un perfil determinado del cliente que acude a reparar su calzado. En este sentido, apunta que "aquí suele venir gente de todas clases, condiciones y lugares. Generalmente, acuden al taller a arreglar sus zapatos, para que se cambie la suela, ajuste un tacón, o se lustre la piel. Pero, como en toda profesión, la nuestra tiene su cara y su cruz, porque no siempre los clientes recogen sus encargos, y sus zapatos quedan olvidados en las estanterías. Como se puede apreciar, hay hileras repletas de calzado pendiente de retirar, que han sido reparados, y eso se traduce en dinero que se deja de percibir por trabajo ya hecho".
El tiempo promedio de la reparación de una pieza oscila entre treinta minutos o tres horas, incluso mucho más tiempo, en función de la magnitud del deterioro. Siempre trabajamos pieza a pieza, aunque eso no quiere decir, que nos dediquemos a otros zapatos, mientras se sella una suela o la parte inferior de un calzado concreto. La mayoría de las reparaciones se efectúa sobre las tapas y las suelas".
"En este taller trabajamos toda clase de cueros y materiales-precisa Pedro Chávez-, empleamos martillos, tenazas, alicates, pulidores y lijadoras, entre otras".
Pedro Chávez asegura que en este oficio no falta trabajo, por regla general, pero en época de crisis económica la gente acude más a los talleres para reparar los zapatos.

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