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lunes, 1 de diciembre de 2008

LA CARTA DEL DIRECTOR

Horror y barbarie islamista en Bombay

Por Rafael BEN-ABRAHAM BARRETO

EL ODIO Y LA SINRAZÓN parecen haberse establecido en el mundo. Espanta ver la minuciosidad y el talento entregados a la destrucción y el dolor en aras de supuestas ideas de piedad y de concordia. Lo ocurrido en los últimos días en Bombay (India) pone de relieve, con toda su crudeza, el imperio del maligno en la conciencia y conducta humana. Casi dos centenares de vidas e ilusiones cercenadas nos ofrece una idea de que esa tarea macabra no pudo ser perpetrada por ángeles o seres imbuidos de la gracia divina, sino por auténticos demonios, especimenes más cercanos al infierno en que quieren transformar este planeta nuestro que en el cielo que pregonan a todos los vientos, eso si, a sangre y a fuego.
Conmueve, sobremanera, la pérdida de vidas humanas inocentes, la tragedia sufrida por la familia y miembros del centro religioso de Jabad Lubavitch, y por el fatal desenlace de parte de los turistas israelíes secuestrados. ¿Cómo aliviar tanto dolor y tanta rabia por lo sucedido? La India ha tenido a lo largo de su historia días negros y luctuosos, pero el 26 de noviembre, será recordado por su similitud con lo acontecido el 11 de septiembre de 2001, en Estados Unidos, o el 11 de marzo de 2004, en Madrid (España), por citar algunos ejemplos.
Nada puede justificar hechos como los ocurridos en Bombay (India), en Afganistán, Irak, o el corazón de Áftrica, donde el terror es el denominador común que se impone contra ese bien innato del ser humano que es la palabra y la inteligencia.
La violencia por la violencia no es el camino para conseguir una humanidad más justa, sabia y próspera.
Hoy debemos recordar a las víctimas inocentes y poner todo el empeño posible por acabar con esa lacra que amenaza la seguridad y estabilidad de los pueblos. Tolerancia cero al terrorismo.
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ISRAEL GRAFICO
Copyright. 2008. Rafael Ben-Abraham Barreto.

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