Trompo vietnamita
Caleidoscopio
Dreidel
Un yo-yo. Un trompo. Un balero.
Kendama.
Canicas de colores.
Joven jugando al yo-yoDesde Grecia y hasta los rincones más apartados del planeta existen juegos que han marcado nuestras vidas desde la más tierna infancia. Ahora, cuando la sociedad de consumo nos asfixia con tantos productos novedosos, volvemos la vista atrás y nos sorprendemos con esas piezas de coleccionista que nuestros abuelos hacían con sus propias manos y que llenaban de risa, juego, comunicación a nuestros padres. La calle se convertía en el mejor lugar para hacer amigos, para pasar los días de vacaciones, para sentir el contacto con los demás niños de la misma calle. El valor del juego compartido de una manera sana les hacía crecer, un poco más despacio tal vez que los niños de hoy, pero inmensamente más íntegros y auténticos. Este es un pequeño homenaje al trompo, a las canicas, al yo-yo y a tantos otros juegos que nacían de un trozo de madera y que llegaban a convertirse en algo tan valioso como la verdadera amistad.
Ana Valentin
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