Antes que termine 2.008 los 923 millones de hambrientos que hay hoy en el mundo, llegarán a alcanzar los mil millones. Estamos tirando de un hilo que empieza a resquebrajarse en nuestras propias manos. El problema del hambre no radica en la producción de algunos alimentos de primera necesidad, sino en la distribución de los mismos.Todavía hay gente en el mundo que confía en que su pequeña o gran aportación llegue a ese lugar donde, una imágen desgarradora le ha hecho tomar conciencia del problema. Pero otros, los que más, preferimos mantenernos distantes a todas esas llamadas de ayuda. Nos hemos sentído engañados tantas veces, que optamos por ser nosotros mismos los que brindemos esa ayuda a los más cercanos y de nuestra propia mano.
¿Es más importante la crisis inmobiliaria? Siempre serán esos rostros los que irrumpan en nuestros hogares mientras degustamos una comida en familia. La saciedad solapa siempre a la necesidad. El día que no lleguemos asentir el escalofrío de impotencia frente a una imágen , entonces ya no tendremos solución. El hambre existe tambien en las grandes ciudades, pero al final de todo, esa urbe será como ciudades fantasma, donde la vida humana no estará presente. Tal vez sintamos entonces el impulso de traspasar el límite impuesto por el hombre y seamos capaces de preguntarnos, si todavía queda esperanza para ello ¿que hay detrás de una flor, que hay detrás de una vida?
La respuesta la tenemos cada uno dentro de nosotros mismos.
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