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miércoles, 23 de septiembre de 2020

Otoño 2020. Una ventana a medio abrir

 


Ha llegado el otoño y Canarias se viste un año más para enaltecer su mensaje. Con los tiempos convulsos que vivimos no es posible desperdiciar ni un ápice de la esencia que se desprende en cada uno de sus rincones. El futuro augura nubes negras pero el sol quizás trate de tener un pulso equilibrado contra la tristeza y la desilusión de muchos que ven desvanecer frente a sus ojos todo un mundo soñado. Lo importante es vivir a costa de lo que sea y que no sean nuestros gobernantes los que nos sigan confundiendo en el camino. Los que no sean lo suficientemente legales como para aceptar su derrota y tener que dejar esas vida de lujo que nos están arruinado a todos. 


                                          LOS  SAUCES  AMARILLOS  DEL  OTOÑO

La selva está oscura y el árbol duerme. Las desnudas piedras hieren el camino mientras un sol asustado se cuelga de la cola del viento y la brisa cae en cascadas, junto a la sombría claridad de un solitario manantial.  Las arrugadas manos del sol se mezclan con los trigales haciendo trenzas de oro con su amarillo encanto. Pero las fragancias del campo no son las mismas y las florecillas tiemblan de frío. ¡Ya no se mece el mar cuando crece mi noche, con las estrellas mojadas en su sal y la gravedad de otro invierno no acaricia mis pies sin que apenas pueda percibir esas flores violáceas de las praderas!

Una tierra triste y sobrecogida por el frío. Los truenos se encadenan unos contra otros, pero todavía alguna estrella perdida amanece en el rosal de otra tarde. El eco del mar besa a los oscuros corazones de unas mariposas. Con las alas prendidas de la noche configuran ese abismo partido por el viento. Día a día mis  horas se van amarrando a esas preocupaciones que se ocultan tras las sombras. Camino bajo esa lluvia triste, recogiendo mi vida en el cuenco de barro de otro invierno que, tras cerrar la puerta al otoño dejó huérfana a mi floresta. Aún así continúan naciendo poemas en los márgenes de mi camino buscando esa región sin habitar y los silencios tratan de envolverse con la lluvia del olvido. 

Las estrellas han bajado a ocultarse bajo unos galeones perdidos y las caracolas emiten sus voces más allá de los profundos arrecifes de coral. Mientras las hojas caídas de un inminente otoño cubren mi alma de caminante. Unos desflecados cerros estaban ardiendo y la humedad de la tarde trató de apagar  su sed. Mi corazón quedó encogido por la escarcha y la luz se fue ahogando en las bocas de las flores. Las manos de las flores resplandecían como vidrios devorando el temblor azul añil de aquel ocaso. La espuma de la playa mordía, como una dentadura de sal, las algas que hasta allí habían ido a morir.

En la soledad embrujada del destino una secreta flor se resistía a su sombra, tratando de recoger entre sus pétalos la inmensidad del universo. Entonces, un frío tímido derramó su aliento, cuando un instante de mi tiempo se doblegó en el camino.

Hoy mi paisaje se desgasta de mirarlo, pero las fuentes de mi ilusión están nuevamente encinta. Haciendo brotar a esas esperanzas que se van enredando en sus propias auras.  Un gradual reposo del alba iba meciendo a la fresca hierba que acariciaba mis pies mientras unos suaves olores nacen con fuerza. Aún así todavía caen copos de llanto de las oscuras nubes del recuerdo contra los cristales de mi corazón. Un lento diluvio de esperanzas y de risas se desliza por el abismo de esas tardes sin luz.  Las ruinas de un rosal que permanece recostado a la orilla de un camino incierto del ayer.  Mientras un aroma a brisa fresca sacude a diario las hogueras de las ausencias, donde ahora   duermen los días del pasado.

Las lunas hoy descienden para mí en los cálices de unos lirios que a atesoran tantos sueños de mi infancia guardados hoy en tiestos de flores secas. La bóveda del cielo sirve ahora de lienzo para mi pluma, mientras que en el vaivén de una ilusión, una líquida nube se hunde en su propia espuma. La luz de mis vidrieras sigue reflejando aquellos arbustos frondosos de mi jardín. Bajo las descarnadas manos de una buganvilla, la flauta del viento inspira tristeza en los suplicantes labios de un jazmín. 

Mis sauces amarillos del otoño estuvieron ayer soñando contigo y llorando por ti. El viento fresco del norte quiso besar mi cara cuando apareció la luna. Cuando te sentía en la distancia no podía reprimirme de buscar tus latidos, tu calor y tus abrazos. Dos almas que la brisa mecía en la tarde. Siento tu protección como cuando hacías desaparecer las blancas brumas que llegaban desde el mar. Dos almas que surgían de un océano de lavas. Las gaviotas que enviabas junto a mi cama trayéndome los sueños que se mecían en tu voz y que nadie ha logrado borrar. Te sigo buscando en la profunda divinidad de un milagro porque sé que existen entre esas distancias fragmentas del dolor y que solo a través del sol reconstruyo un arco iris para poder llegar a ti.  Si estiro mis brazos  para sentirte solo encuentro tu olor  en la usencia que me dejaste en una calle detrás de las estrellas y donde el olvido y el pesar se esconden.

Pero en el sendero de la luna encuentro cada noche el mar. Bordeando las distancias oscuras de mi triste soledad y que me hacen sentir celosa de esa estrella que al pasar hace perder en mí esa nostalgia de no poderte besar. En el silencio infinito araño mi papel buscando tu presencia. Después intento construir un barco con mis poemas y echarlo a la mar para surcar con el el cielo y sumergirme en las aguas del océano que observa a diario mi penosa soledad. Eres tan cercano a mí que hoy las estaciones se renuevan con rapidez, pero las palabras de mi diario se mantienen tensas como las cuerdas de un chelo sin compás. Como el agua de la lluvia que llorando sin parar, transciende día tras día, en mi sombría ciudad.

Volverá siempre otro amanecer cuando el alma despierte y la aurora con su perfume perfore nuevamente a las sombras. Los vencejos surcarán el cielo en futuras primaveras dividiendo en dos mitades el inmenso mar de las distancias. Ana Valentín

                                          


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