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viernes, 15 de marzo de 2019

Tras el muro de la ciudad de Jerusalén

                                         

Es más real el mundo silencioso que el mundo de las palabras. Aprender a unir el silencio a sus canciones es como esa palabra dicha por cuatro labios al mismo tiempo. Igual que si los dedos del viento acariciasen a la rosa. Escuchar es una de las actividades más difíciles que existen. Cuando el amor comineza a hacerse poesía parece hacernos hallar un sentido  a la propia vida. La senda hacia el encuentro con uno mismo salpicada a veces por escollos, zozobras o temores. Para seguirla debemos dotarla de poder, como la amistad, la creatividad, el arte o el amor.

La vida es un proceso de retos y de respuestas. Nuestra inteligencia adviene con la sensibilidad y la observación de dicho proceso. Aprendemos cuando entregamos todo nuestro ser a algo ya que el aprender es una cosa y adquirir conocimientos es otra bien distinta.  Existe en nuestras vidas un presente activo, no hay pasado. Jamás podremos aprender con los ojos oscurecidos por las viejas ideas porque dichas ideas no son hechos, son solo ficción.  Pero ¿que es un sentimiento? Un sentimiento es una sensación y solo cuando hayamos comprendido de manera completa el sentimiento, sabremos lo que es amor.  Ese verdadero amor que se escapa a la percepción de todo lenguaje y como está más allá del pensamiento no podemos llegar a el a través de las ideas. Se trata del sentir profundo hacia una persona.
Veo la belleza de un sol poniéndose tras los muros de la ciudad, me doy perfecta cuenta de lo que es. Solo al observar directamente dicho sentimiento entonces éste desaparecerá. La memoria es el residuo de nuestra experiencia. En tiempo es el espacio y la palabra es el centro de ello. Lo sutil resulta muy difícil de entender. Por eso yo me pregunto ¿es posible encerrar las emociones en una sola definición? La emoción es un movimiento hacia afuera. La urgencia de las tareas cotidianas nos absorbe tal manera  que apenas nos miramos los unos a los otros. ¿De que valen los cumplimientos si no somos capaces de sentir como nuestro el sentimiento ajeno? Existe en nosotros una realidad que va mucho más allá del espacio y del tiempo. Estamos aquí pero a su vez estamos en todas partes. Dicho concepto de trascendencia, no solo lo infinito que a su vez es lo finito prolongado indefinidamente representando esa falsa Eternidad.  En ese concepto de madurez está el tiempo que separa , como el momento en el que uno comete una falta y el tiempo que transcurre en darse cuenta de que la ha cometido. 



Muro de los Lamentos. 100% energía

Pero nuestra verdad es a menudo bastante miserable en comparación con nuestro ideal. Estar unidos a la trascendencia no significa que realicemos de una forma perfecta lo que debe ser el hombre, sino tener la fuerza suficiente de observarnos en nuestra verdad del momento. Dicha trascendencia no se manifiesta cuando sobrepasamos el nivel humano, sino precisamente ahí donde se reconoce dicho nivel humano, nuestra propia realidad.  Tampoco podemos afirmar que el hombre tiene un núcleo divino, el hombre es ese núcleo divino ya que en él se halla toda la esencia de la profundidad de ese ser.  Esto no es una teoría, un pensamiento o algo imaginado. El hombre es la verdadera esencia en toda la profundidad de su ser. En su interior existe una profundidad oculta. La vida no es la suma de todo lo que está vivo sino la que hace que todo lo que está vivo viva.

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