Amigo silencio; bajo estas horas de lluvia y de ocio, te escribo con la mirada ausente de otra tarde. Has tocado a mi ventana nuevamente para susurrar frente a mí, en ese sueño que solo soy capaz de vivir en un segundo, porque la edad no tiene tiempo. Ahora, cuando tu cálida voz surge desde los maltrechos caminos de la actualidad salgo cada día en tu busca para que juntos hallemos esa ilusión que se ha perdido en el camino de los hombres. Hoy la soledad de muchos se refleja en las cristalinas aguas del mar de la luna, pero el eco de estas palabras se estremece cada noche palpando el desánimo. Día a día voy llenando con tu presencia las páginas de mi personal historia, mientras la niebla de la incertidumbre condensa mis sentimientos más cálidos. Voy forjando esas imágenes suspendidas de un tiempo para luego recrearme sobre el lienzo sin esquinas de mi imaginación. Ya he aprendido a transformar tu lenguaje en metáforas sutiles y temblorosas que hoy vertebran el frágil contorno de mi poesía.
Desde esta carta de amor quiero hacerte cómplice de mis dudas, mis sentimientos, ya que mi memoria amenaza con perderse en el desgaste de mi existir. Deseo seguir manteniendo una perpetua luna de miel con tu propia soledad ya que de ella me nutro a diario. Y desde allí poder subir juntos a los hombros de la luna cada noche y contemplar la tierra desde lo alto. Saltar juntos los charcos de luna de las estrellas y reflejar nuestros rostros en los espejos de la nostalgia. Volar contigo sobre esa hoja amarilla que deja su invisible surco al caer en cada otoño. Cabalgar sobre caballos de cartón junto a los más desfavorecidos del planeta contagiándonos de esa niñez descalza de la inocencia.
Texto dedicado a aquellos con los que a diario me cruzo en mi trabajo y en la calle. A quienes no han dejado de soñar y por que vale la pena escribir.
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