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miércoles, 8 de junio de 2016

A SOLAS CON SHOPENHAUER


Sobre el sentido de la vida; Los hombres se parecen a esos relojes de cuerda que andan sin saber por qué. Cada vez que se engendra a un hombre y se le hace venir al mundo, se da cuerda de nuevo al reloj de la vida humana para que repita una vez más su rancio sonsonete gastado de eterna caja de música, frase por frase, tiempo por tiempo, con variaciones casi imperceptibles.

Me dicen que abra los ojos y contemple las bellezas que el sol alumbra, que admire sus montañas, sus valles, sus torrentes, sus plantas, sus animales, y no sé cuantas cosas más. Pero entonces ¿ el mundo no es más que una linterna mágica? Ciertamente el espectáculo es espléndido, pero en cuanto a representar allí algún papel, eso es otra cosa.

No hay más que tres resortes fundamentales de las acciones humanas, y todos los motivos posibles solo se relacionan con estos tres resortes. En primer término el egoísmo, que quiere su propio bien y no tiene límites; después la perversidad, que quiere el mal ajeno y llega hasta la suma crueldad, y últimamente la conmiseración, que quiere el bien del prójimo y llega hasta la generosidad, la grandeza del alma. Toda acción humana debe referirse a estos tres móviles o a uno  dos a la vez.

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