Teide, majestuosa es su presencia desde todos los ángulos desde donde le contemplemos. Allí, en su constante monólogo con el entorno, con aquellos que le observan y también con los que en la distancia le añoran. Su mensaje se transcribe en cada pliegue del camino, en cada cruce de las mil y una tonalidades que cubren su cuerpo. Más allá te descubres y te descubrimos al unísono de esos mensajes que elevan a muchos hasta el cielo o por el contrario solo ven en ti a una montaña distinta de las demás. ¡Qué ajena fantasía de los que aún no te conocen y que extraña a la vez que poderosa es tu envolvente presencia de los que hoy te contemplamos!
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