La montaña, escondite de tantos misterios, de tantos susurros del viento has esculpido este cuadro para mí. También para ti y para cuantos por ese lugar pasan a diario camino del Teide. En los altos de Aguamansa, en un recodo del camino y frente a un mirador envidiable en el que se puede contemplar el gran "mar de nubes" que a todos enamora. Ahí estas, entre las florecillas silvestres de la carretera y bajo un sol radiante en los días claros del verano. Margarita de piedra y latido de esa montaña que permanece ausente del mundanal ruido de las ciudades, pero que tiene su propio lenguaje. Ana Valentín.
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