Las montañas, al igual que los seres humanos necesitan soledad. Distintas formas pero soledad al fin. Últimamente se ha venido promocionando el turismo hacia el Himalaya y se ha convertido en una cuestión que se ha ido escapando de los controles establecidos a la hora de proteger esos espacios únicos de la naturaleza. La cordillera del Himalaya es un atrayente reclamo para todo aquel que guste hacer senderismo y escalada y la avalancha de peregrinos hacia la montaña más alta del mundo se ha convertido en un peligro. Es hora de reconducir el problema y de establecer prioridades a la hora de acceder a la misma. Durante este año no han habido visitas a uno de los escenarios más importantes de la naturaleza por lo que el problema parece que se está solventado de una manera organizada. La montaña tiene su vida propia y requiere que su entorno sea respetado. Ahora sigue ahí, con su cuello elevado hacia el cielo. Puntillado en las nubes con las estrellas de sus aristas y observándonos vertiginosamente desde esa cima del mundo a la que muy pocos han podido llegar. Ana Valentín.
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