En estos días la capital belga se ha convertido en reclamo de información a nivel mundial. Preferiríamos que dicho reclamo se produjera por otro motivo más agradable que éste. Pero lo que sí que es cierto es que la Gran Place de Bruselas es el lugar de encuentro preferido por sus habitantes y por los visitantes que, alguna vez hemos estado en la capital belga y hemos gozado con su entorno. Cada una de las partes de la misma conlleva una historia, un reclamo cultural, una peculiaridad que hacen de la misma el corazón de una gran ciudad.
Considerada una de las más bellas plazas del mundo según Víctor Hugo. Desde el año 1998 está declarada Patrimonio de la Humanidad. La implantación de un mercado es sin duda el origen del comienzo del desarrollo de la localidad a mediados del siglo XI. Sin lugar a dudas una de las personas que más la conocieron y pasearon por ella es el poeta y dramaturgo francés que vivó su exilio en dicha plaza.
MAÑANA AL ALBA
Mañana, al alba, cuando blanquea el campo,
yo partiré. Mira, sé que esperas
Iré por el bosque, iré por la montaña
No puedo permanecer lejos de ti más tiempo.
Caminaré, los ojos fijos en mis pensamientos
sin ver nada alrededor, sin escuchar ningún ruido.
Sólo, desconocido, la espalda encorvada, las manos cruzadas,
triste, y el día para mí será como la noche.
No miraré ni el oro de la tarde que cae,
ni las velas lejanas descendiendo hacia Harfleur.
Y al llegar pondré sobre tu tumba,
un ramo de acebo verde y de brezo en flor.
Víctor Hugo, (Las contemplaciones, 1856)
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