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viernes, 2 de octubre de 2015

EL FARO


Desplazarse hasta la localidad de Punta del Hidalgo en Tenerife es perderse en un sendero de espumas y de algas. Junto al mar que nos sonríe se estremecen los contrastes de un día de luz. Al final del camino, como un vigía está el faro. Una construcción distinta y poco convencional. 1992 fue el año que se colocó. Allí al final del camino, donde los invernaderos despliegan sus toldos frente al acuciante sol. Sus aristas blancas sellan el inmenso cielo y la vertiginosa altura (50 metros) que le separan del camino. Un bello enclave para olvidarnos de que la modernidad no está reñida con la salvaje naturaleza del entorno. Ana Valentín.

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