La inteligencia y el genio pueden prescindir de la madurez, pero la vida necesita de sólidos cimientos para avanzar. Nada es más suave y al mismo tiempo tan fuerte como el agua que fluye firme y lentamente, con la sabiduría de tener el mismo destino del hombre; seguir adelante. Mucho tenemos que aprender de nuestros mayores ahora que la inseguridad en futuro hipotéticamente seguro nos acecha. Demos a estas personas el papel que se merecen. Siempre han estado ahí y por mucho que se tuerza el destino siempre tendrán algo que enseñarnos; su coraje. Ana Valentín.
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