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lunes, 29 de septiembre de 2014

EL CISNE

Por la estela que dejaba
sobre el agua el bello cuerpo
un cisne sigue a la luna
para conquistar el cielo.

La triste canción que gemía
hizo volar a un lucero
que posándose despacio miraba con desconsuelo
como su pecho latía
y persiguiendo la muerte
las lágrimas ya le cubrían.

Más de pronto aquellas aguas
balanceando su cuerpo
abrigaron con caricias
sus alas de frío invierno.

Un horizonte acechaba,
tras el lago algunos cerros
que como antorchas prendían
sus cimas de fuego intenso.

El ocaso se esmeraba
de bañar de oro intenso
a los pechos de las nubes
que lloraban desde el cielo.

El cisne se fue deslizando,
tras de sí una estela blanca
que dividía las aguas
de aquel lago en la distancia.

Los brazos del sol se posaron
bajo sus alas cansadas,
cruzando infinitos de luz
de estrellas y de nubes blancas.

            Ana Valentín.


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