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martes, 11 de marzo de 2014

11 de Marzo



         EN EL INMENSURABLE CIELO DE LA MENTE HUMANA

El amor no puede vivir en la oscuridad. El amor es un reflejo tenue, casi inexistente, de lo que solemos encontrar en esas ilusiones perdidas. Necesita de la luz, porque está hecho de luz y, no se trata de un efecto de nuestro pensamiento. Lo incluye todo dentro de su personalidad ilimitada, porque nada de lo que transcurra en ese tiempo puede ser real. Cuando descubramos la a temporalidad del amor, podremos descubrir su esencia eterna. Porque la eternidad del amor es la propia Eternidad y, todo aquello que aparezca en el tiempo, desparece.

El amor no impide a nadie seguir sus sueños. No es hábito ni tampoco recuerdo. El amor es siempre nuevo. Puede nacer, desde un sensible misterio de luz, o simplemente sobre un sendero borrado ya por la hierba. Nuestra vida es, como la duración eterna de un instante. Por eso, no intentaré comprender el significado de la belleza de las estrellas o el secreto del mar. Sólo me sumergiré en él para sentir toda su fuerza.

Pero sí que intentaré perseguir a la aurora cada mañana y trataré de volver con ella a través del tiempo. Me sumergiré en las corrientes del océano, donde se cruzan sus aguas para formar el alma del mundo. También procuraré leer entera la espléndida página de la Creación, desde el principio de los tiempos, situándome al cobijo del legendario Kotel, donde la confluencia de las culturas, me sirva de escalera para alcanzar la máxima comprensión de su misterio.

Sé que al final todo acabará bien. Si no es así, será porque todavía no hemos llegado a la conclusión de ese Tercer Templo, en el inmensurable cielo de la mente humana.- 
     
                                         Ana Valentín, un recuerdo para todos aquellos que este día alcanzaron ese otro azul.
                                                                               


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