EL PAIS DEL ARCO IRIS
Hace miles de años existió un lejano país donde la vida era hermosa y sus habitantes eran felices. El aire era puro y trasparente. Sus amaneceres estaban siempre resplandecientes por los rayos del sol. Los bosques estaban llenos de frondosos árboles y sus ríos recorrían libremente sus praderas. A la caída de la tarde, cuando el manto de estrellas iba cubriendo el cielo y las gotas de rocío se deslizaban por las hojas de algún rosal, el silencio envolvía a todo aquel lindo país para dejar volar a sus gentes hacia el mundo de los sueños.
Pero misteriosamente un día apareció sobre él una enorme sombra negra. Nadie sabía que era aquello. Nadie sabía de donde venía. Sólo con su presencia iba oscureciendo todo aquello que se ponía bajo ella. Sus habitantes veían como día a día todo aquel bonito país se volvía sombra. El sol ya casi no podía ni abrirse paso entre las gigantescas nubes negras. El bosque ya no se vestía con su abrigo verde y los ríos casi no podían deslizarse por las praderas. Sus noches ya no eran tranquilas y placenteras y el mundo de los sueños era ya inalcanzable. Las fuertes lluvias y el calor hacían la vida imposible en aquel lugar. El mar había enfermado y ya no habían peces para comer. Tampoco los campos daban frutos y sus gentes se lamentaban por tanta desgracia.
Un día, cuando todos dormían sucedió algo muy extraño. Todos los niños de aquel país se despertaron de repente y salieron a la calle. Se escuchaba una voz que venía desde muy lejos, desde las montañas. Los niños subieron hasta allí. Cuando estaban en la cima se vieron de pronto rodeados por una potente luz blanca. Sentado sobre la misma se encontraba un mago de larga barba blanca y cubierto por una capa de terciopelo negro. En ella se encontraban todas las estrellas del cielo. El viejo mago bajó de la luz y se sentó junto a los niños. Entonces les habló:
“Vengo desde muy lejos para traer la alegría a éste país. Sólo los niños tienen el poder y la fuerza para sacar al mismo de tanta oscuridad. Mañana, antes de que salga el sol estaremos todos aquí para luchar contra la sombra.”
Los niños siguieron al blanco mago y después de viajar con él toda la noche, llegaron a un hermoso valle rodeado de montañas nevadas. En cada rincón del valle había flores silvestres de los más variados colores y formas. El mago invitó entonces a todos los niños a visitar aquel original país de montaña. Atravesaron una gigantesca gruta de hielo y luego aparecieron en un lugar donde cada casa tenía un color distinto. Dentro de las mismas había gentes trabajando mucho. Los niños muy entusiasmados fueron recorriendo una a una cada casa.. Era increíble lo que veían en ellas.
La casa azul olía a mar, y su Rey Neptuno limpiaba su tridente con mucho cuidado. Hacía tantos años que lo tenía que no podía soportar la idea de perderlo.
La casa roja tenía la fuerza del fuego y sus habitantes experimentaban nuevas fórmulas para mantener la energía en la vida.
La casa verde contenía las plantas más delicadas y extrañas, así como las enfermas para su estudio y cuidado.
En la casa amarilla el Sol calentaba con fuerzas las espigas para que sus habitantes pudieran amasar el trigo y hacer el mejor pan de toda la comarca.
Los habitantes de la casa marrón limpiaban cuidadosamente la tierra para posteriores cosechas.
En la casa naranja se celebraban divertidos concursos de zanahorias gigantes, naranjas, limones etc.
Al llegar a la casa violeta, un silencio total invadía por completo la estancia. Era la fábrica de los sueños. Todos dormían en su interior y el olor que se percibía era como el sabor del los días del verano.
Una vez hecho todo el recorrido por aquellas encantadoras casas y donde cada niño había recibido de regalo una piedra de un color, el mago les explicó el significado de cada una de ellas. Cada una sería el arma con la cual deberían hacer frente a la sombra. Era la fuerza que cada niño necesitaba para vencerla. Pronto comenzó a caer la tarde y todos juntos subieron por última vez a la montaña. Hacía frío y comenzaba a llover. A los pocos momentos salió un bonito arco iris que se colocó sobre sus cabezas. Aquella lluvia regó los campos y llenó los ríos. Los colores de la naturaleza volvían a brillar. La vida volvía a ser limpia y hermosa.
Desde aquella misma noche que se habían pegado a la capa azul del mago se desprendieron de ella y se colocaron nuevamente en el cielo, para así poder viajar con todos los niños del mundo cada noche, al maravilloso mundo de los sueños.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario