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miércoles, 10 de octubre de 2012

EL ÁRBOL, la universalidad de un mito

"Mucho antes de que el hombre se irgiera sobre sus patas traseras cultivó una extraña relación con un misterioso árbol "el tejo" Las razones que explican este rango mítico podrían ser su longevidad.. Su capacidad de rebrotar una y mil veces desde su caída, follaje prenne, dureza pétrea de la madera, y su increible elasticidad. El color rojo e intenso de las heridas recientes y su potencia letal.  Las investigaciones nos revelan la existencia de una arcaica religión ciyo centro principal era el tejo y que aglutinaba razas, culturas y etnias.  Su extraordinaria longevidad le confiere un halo casi divino. Los nativos de norteamérica llamaban a Dios "el anciano" y en Australia se le conocía como "el muy viejo". La belleza única de cada tejo que se lleva como una escultura retorcida y modelada por el tiempo y la roca en que se sustenta, los vientos que dominan y la ancestral memoria que parte sus hojas.  En este alocado mundo todo se apresura y es por eso que subo a menudo a la ciudad de los tejos en la que reina el silencio. Perdida en la bruma la asamblea discurre lenta como el devenir de las eras y el curso de las costelaciones. La bóveda del firmamento continua su giro incesante y habla a los árboles viejos.  Y ellos miran siempre hacia el sol, recogen las pulsaciones, memorizan los ciclos en su reloj interno de savia y madera.  A veces pienso que al pie de la ciudad de los tejos los hombres dormimos"  (Texto de Ignacio Abella, "Las raíces del mito")

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