Las urbes de la India son un vértigo en movimiento, una abigarrada muchedun¡mbre que se desplaza sin guardar distancias. La vida es demasiado dura. Sin embargo la fe está ahí empapando los pequeños gestos y las grandes ilusiones de sus gentes. Recorrer ese país es requiere estar dispuesto a renunciar al control en ciertos momentos, olvidarse del lugar del que se viene y entregarse a la experiencia...¡quien sabe si como el último viaje!, Cuando se logra, puede aflorar una genuina alegría de vivir que acaso teníamos olvidada.
Ana Valentín.
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