Desde que el chocolate existe se ha dicho de todo, pero a todos nos gusta y siempre que podemos nos hacemos con un bombón, una tacita o si hay suerte un trozo de tarta. No hace daño siempre que lo tomemos con prudencia, pero el deseo de deslizar nuestro dedo sobre un remolino de rico chocolate como éste nos haría perder la cabeza. ¡Si los dioses se hubiesen percatado en éste delicado postre, tal vez no estarían en las alturas!
Ana Valentín.
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