Fresca caricia que avanza
hasta el umbral de mi puerta
a lo lejos, bajo el cielo,
extraño la silueta que,
sobre una hoja musita
la lluvia con su condena.
Las gotas miran ausentes
a un invierno que no cesa,
pero la nieve en las cumbres
las alarga en su gran pena.
Junto al paseo las ramas
inhertes musitan y esperan,
a que amanezca la luz
que al cielo adorna y desea,
sobre gorriones que el sol
baña de oro y belleza.
La lluvia sigue cayendo
lágrimas de tierna paciencia,
y las bocas de las flores
sacian la sed con su esencia.
Un aroma que se impregna
de arcos, gramíneas y abejas,
sabores que con dulzor
miman la tierra y esperan.
Esa espera perfumada,
que hace vivir y revienta
en pinceladas de sol
que a las mariposas tienta,
y volando bajo el cielo
dibujan la silueta,
de ese astro que entre nubes
derrama su brillo y su fuerza.
Dedicado al mes de abril que comienza en pocas horas. Mes loco y revuelto en el que se impregnan de luz y olor los campos con las lluvias de las primavera. Ana Valentín.
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