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miércoles, 3 de noviembre de 2010

HIJOS DE LAS ESTRELLAS

Aún siento tu mirada oscura y desorientada. Entre las sábanas blancas de aquella cuna de hospital me conquistastes. Tu diminuto cuerpo se estremeción cuando te abracé aquella mañana de junio. Estabas aquí para ser atendida y cuidada porque en tu país no existían medios para hacerlo. Leyla, hasta tu nombre hizo mella en mis sentídos porque te consideré mía desde aquel instante. Juntas vivimos momentos llenos de luz y mi existencia te regaló lo que más ansiabas, "cariño" . Entre nosotros fuistes una más, pero todos sabíamos que tu lugar estaba lejos de aquí. Eras una hija de las estrellas. Una de tantos niños que a diario corren sobre las arenas del Sáhara. Una de tantos jóvenes que trazan sus caminos entre las polvorientas llanuras de los campos de refugiados. Soñando cada noche sobre almohadas de esperanza de que un día no lejano encuentren ese lugar que el destino les robó, siendo su propia tierra. No quiero escuchar nunca más el llanto de las estrellas al perder a alguno de vosotros. Leyla, hoy no sé por donde tus diminutos pies caminarán, pero confío que el hombre sepa rectificar y vuelvas a tener, bajo tus negros cabellos, esa vida y esa patria que hoy te niegan. Ana Valentín.

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