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sábado, 31 de octubre de 2009

N O V I E M B R E

Se marchó Octubre con pasos silenciosos. Cerrando tras de sí muchos momentos. Con los pies ya casi fríos, fue a refugiarse a las montañas junto a la Reina de las Nieves, que ya peina su blanca cabellera con las ramas de árboles. Un halo de niebla salpica las gotas de lluvia. Silencioso Noviembre que desdoblas frente mis ojos tu mensaje pesado y gris. Y yo, que soy como un ave con hambre de espacio, que abandona su nido para luego volver a él. Como el agua que corre y añora constantemente su manantial y que por ser ave se despide sin cesar de sí misma. En el cuenco de mis manos están creciendo violetas, para dar cobijo a algún pájaro herido que se refugia en ellas, queriendo atrapar con un soplo de vida toda la luminosidad de un día cálido de primavera. Bajo las hojas del sauce llora otra tarde de Noviembre en su inocente austeridad. Sobre los inmensos vacíos si espacio y el letrago de su decadencia. En cada alma sensible se imaginarán nuevas historias, y en cada nube se trazan nuevos sueños. Una honda y lenta tarde se va muriendo frente a mis ojos, bajo un nuevo cielo azul cobarde que, igual que las cosechas calladamente avanza hacia su muerte. Mientras otra noche se diluirá en su propia nostalgia. Ana Valentín.

1 comentario:

Preste Juan dijo...

Deliciosos texto. Uno se sumerge en él, de la misma forma en que se deja rodear por la niebla.