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domingo, 25 de octubre de 2009

LAS MANZANAS DE LA TIERRA

Corren malos tiempos para este oficio de ayer. Con la llegada del otoño el fruto del castaño yace sobre la tierra húmeda de los montes. Paseos de amigos y familias enteras recorren los senderos en busca de esos frutos que, sobre las brasas y acompañadas de un vaso de vino, nos deleitan en las veladas de los días cortos y fríos. Junto a la lumbre. Bajo las estrellas. Recordando los cuentos que solíamos escuchar de boca de nuestros abuelos. Luego las encontrábamos en las esquinas de las calles. Con su lumbre mortecina y su humo blanco. Las manos encalladas de las castañeras nos ponían un montón de ellas en un cucurucho de papel. Por unas monedas teníamos todo un manjar que compartiríamos con nuestros amigos. Hoy las castañeras van desapareciendo porque en nuestras vidas ha entrado el microondas y las cocinas eléctricas. Todo se reduce a un proceso mecánico como muchas otras cosas que nos han marcado. ¡El olor de ese humo seguirá nuestras memorias, entre las tardes grises del otoño! Porque con ellas se modelaron muchos momentos de nuestra vida. Ana Valentín.

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