¿Termina en la costa?
¿termina en mi corazón?
un murmullo permanente
que me nubla la razón,
transportando mis ensueños
en sublime reflexión.
Medité sobre una gota
que el rocío a mí me dió,
descubriendo aquel secreto
que en el mar se refugió.
¿Dónde vas tú caballito?
¿A que costa quieres ir?
¿No piensas que el mar es celoso
y no te deje partir?
Escuchando entre las olas
balbucear las palabras,
que desde lejos resurgen
entre caracolas blancas.
Un coral afina el tono
de un órgano de roca y agua,
para llegar hasta el sol,
que sumerge su gran rayo,
hasta ese ocaso que llora,
cuando la luz desvanece
sonriendo y sin demora.
Y yo, sentada en la playa,
mantengo sobre mi mano
esa gota de rocío
que se escurre entre mis dedos,
y donde un día encontré
de ese mar su gran secreto,
que no termina en la costa
que llega hasta el corazón,
rubricando mil auroras. Ana Valentín.
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