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martes, 7 de octubre de 2008

COMENTARIO

Acabo de terminar de leer El niño del pijama de rayas…abrí el libro consciente de a lo que me enfrentaba…

Pero es difícil de explicar. Trataré de poner palabras aunque no prometo conseguirlo.

Lo he leído casi del tirón, me he sentido como una espectadora presente, como si estuviese sentada en una silla en cada escena, como si pudiese alargar la mano y acariciar el hombro de los niños…

Al cerrarlo he sentido frío, miedo y un vacío en el alma. Incomprensión e impotencia. Rabia. Pena.

Es ficción…pero no es ficticio…

Y cuanta maldad alimenta la ignorancia…y qué peligroso es el resentimiento.

Y qué grande la inocencia de un niño…que a veces ve las cosas con más clarividencia que el más experto de los adultos.

María Sevilla Gutiérrez

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