La esperanza es el pilar que sostiene al mundo. El hombre despierto es aquel que no tiene que medir sus posibilidades, sino que está seguro de ellas. Sabemos que la seguridad al cien por cien no existe, es el compromiso con la misma es que le proporciona esa serena sabiduría, que innata en todo los seres vivos. No hay que ser un erudito para pensar. Solo hay que tener presente que con la verdad y la rectitud se consiguen las victorias más importantes. Solo el tiempo es el árbitro de nuestras decisiones. La medida exacta de nuestro compromiso y la rúbrica intransferible de nuestro paso por el mundo.
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