Cada día nos depara un nuevo misterio. Igual que el sol al ocultarse se nos antoja cada vez más hermoso. Distinto, suspendido del cielo como un trapecista de sueños inalcanzables que nos muestra toda su magia. Si fuéramos capaces de parar por un momento a contemplar ese espectáculo comprenderíamos todo lo que el universo tiene para mostrarnos. Frente a él el mundo parece tan pequeño que apenas podemos detener el instante felíz de ese día. Se escurre entre nuestras manos como el agua y cansado de deambular sobre nuestras cabezas se va más allá del horizonte. Ese lugar donde nada conocemos y donde cada vez que creemos llegar a él desaparece para volver a hacernos un guiño dese mucho más allá. Donde todo concluye, en el insondable mundo de los recuerdos y que en cada instante nos recuerda que no somos nada en este universo que nos cautiva y nos atrapa. Ana Valentín. |
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