Como un traje de volantes las espumas del océanos bailan a los pies del Teide. Allí donde nada se inmuta pese a las bravuconadas políticas de gentes sin amor a España que solo quieren llevarse lo que trinquen para sus latifundios personales y privados. La sencilla razón que ese mar nos muestra va mucho más allá de riquezas, de posesiones. De rencores y de envidias almacenadas a través de los años y no tienen cabida alguna en la singular belleza de las cosas verdaderas. Desde este rincón de España quiero poner mi lazo de fiesta para que nada ni nadie turbe y erosione la cálida singularidad que este país está perdiendo. ¡Feliz día de Canarias!
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