Amanece despacio tras las colinas. Los valles se van despertando y el silencio se escucha a través del río que corre. Con elegancia. Sobre un paisaje que se pierde tras los árboles y tras los años de historia. Sobre polvorientos caminos que serpentean su cuerpo y que lo tamizan en suaves llanuras. Pálida luz envuelta en humo que se desliza por sus estrechas calles, donde algún balcón mece a la brisa sus flores. Contemplar toda esa belleza es recrearse en el más bello lienzo de la naturaleza. Su olor a vida va penetrando en nosotros haciéndonos sentir muy cerca los latídos de su corazón moruno.
Encendía su antorcha
y la oscuridad se marchó
a la luz del tibio fuego
una hoguera se prendió.
Piedras rojas y cenizas
recorriendo el negro cerco
salpicando entre la tierra
y dando luz en el cielo.
El humo que de tí sale
vuela alto y hasta muy lejos
una sombra en la mirada
de su mano se va imponiendo.
Los búhos sobre las ramas
miran todo con recelo
los caballos que allí duermen
sin relinchos y en silencio,
se sienten tras las montañas
con el eco y el desvelo.
La antorcha que sigue ardiendo
entre risas y gracejos
el embrujo de esta noche
pone en marcha todo el cuerpo,
el cielo nos cubre a todos
con su gran manto de estrellas
y la luna se sonríe
cómplice de todas ellas.
Blanca cola de tu encaje
que va tiñendo a la tierra
en esta noche encantada
bailan al son de nuestro cante.
Desde lo alto del monte
veo pespuntar el alba
en mi cabeza las nubes
y en mis pies está Granada.
Las torres de la Alhambra
me descubren tu mirada
y el duende de tus jardines
se esconde tras las murallas.
Campanas tocan despacio
para inundar la mañana
el agua canta en silencio
por el jardín de Granada.
Duerme el moro y la doncella
en el despuntar del alba
¡despertad, jardines, fuentes!
que ya regreso a Granada.
Quiero sentir en mi piel
el frescor de tus mañanas
el embrujo de tus calles
y el beso de tu mirada.
El cuerpo se me estremece
cuandoe estoy frente a la Alhambra
siento a la luna bajr
a desplegar su gran capa
para que pueda subir
a contemplar a Granada.
No me resisto a perder
tu olor o tu risa blanca.
El moro que a mí me vió
entrando un día en la Alhambra
mi corazón hechizó
y cautivó mi mirada.
Noche de luna y deestrellas
neches de brisa perfumada
siento latir en mi pecho
el corazón de Granada
el color que a tí te cubre
se confundió con el alba.
Ana Valentín
Poema escrito en Agosto de 1973. Despué volví a Granada en Agosto del 2000, enamorándome nuevamente de ella.
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