Ser admitido en el corazón de la naturaleza no cuesta nada. Nadie está excluído, excepto quien se excluye a sí mismo. Tan solo hay que descorrer el visillo. Mirando el Ganges me fijo en sus reflejos, ninguna idea le es propia. Es hora de recuperar saberes y formas de vida tradicional que nos devuelvan el orgullo de lo que somos y de donde venimos. Esa dignidad y esa alegría de una justa y responsable genstión del paisaje y de los recursos naturales que un día hicieron nuestros antepasados. Ana Valentín.
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