Abro el balcón de pronto. Está vacío.
Un pájaro se escapa cielo arriba
y en la baranda, entre la nieve viva,
va desgranándose un clavel tardío.
Buenos días invierno. Nada. Frío
y nada. Y soledad.. La luz, esquiva,
juega a poner de acibar mi saliva,
sombría el alma, el corazón sombrío.
De niebla, silenciosos, cruzan ellos
y silenciosos cruzan sus camellos
para no despertar a la alegría.
Pero como les ví pasar, mañana
habrá un niño asomado a la ventana
de mis ojos, soñando todavía.
Carlos Murciano
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