Se extiende desde la desembocadura del río Jordán en el Mar de Galilea hasta su nacimiento en el Mar Muerto. Noventa y nueve kilómetros a vuelo de pájaro hacia el sur.
Uno de los lugares que me atraparon en mi segunda visita a Israel. Por su fértil llanura y el entorno que cualquier pintor o poeta desearía dejar grabado en sus trabajos. Hoy lo miro con nostalgia pero no sin renunciar a volver a fundir mi mirada en la profunda historia de una tierra y el renacer diario de un pueblo.
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