En muchas ocasiones nos ha apetecido subir a las zonas más altas de nuestras casas, a las ramas ´más altas de los árboles, a las cimas más inaccesibles de la montaña. Expandir desde allí nuestra mirada es como encontrarse con ese yo aventurero y tenaz que todos llevamos dentro y que muy pocas veces le dejamos salir. En este precioso convento de clausura de ciudad de La Laguna, Tenerife nos encontramos con el mirador que es envidia de todos los que visitan esta ciudad Patrimonio de la Humanidad. Desde allá arriba las monjas se asoman a contemplar la calle. Un lugar exclusivo de devoción y también de libertad.
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